A primera vista el título parece ofensivo, pero para quienes han leído el libro “Pensar rápido, pensar despacio” conocen que las emociones van primero que la lógica y, por lo tanto, podemos terminar viendo valor en donde no existe.  En este corto artículo te contaremos como esta particularidad del cerebro humano afecta las decisiones de los inversionistas y los mercados financieros.

Si el mercado tuviera información completa y fuera exclusivamente racional jamás se presentaría burbujas financieras, sin embargo, son las emociones humanas las que hacen que en ocasiones el mercado se mueva en contravía de los fundamentales más básicos.  Basándonos en esta irracionalidad vamos a exponer el efecto de algunos sesgos cognitivos en la cotización de los mercados de valores y como aprovechar la euforia o pánico de los inversionistas.

El primer sesgo que vamos a revisar es la aversión al riesgo, del cual se aprovechan muchos estafadores y esquemas piramidales para atrapar incautos.  A las personas no les gusta perder dinero y les gusta sentir que van a ganar con total seguridad, por eso un discurso en que le dicen “fijo vamos a ganar”, “acá no hay pierde”, “tengo una formula mágica”, siempre venderá mejor que el exponer los riesgos de una inversión.  Si han caído en pirámides o estafas o conocen a alguien que haya sido estafado, revisen el discurso del vendedor, evalúenlo y recuérdenlo para no volver a caer. 

Pese a esta advertencia, es probable que vuelvan a caer ya que el cerebro se alegrará cada vez que le digan plata fácil y segura.  Así que antes de tomar cualquier decisión mediten e indaguen más sobre esa estrategia milagrosa de bajo riesgo y ganancias altas.  Recuerden que la relación riesgo retorno siempre es directa, a mayor riesgo asumido mayor debe ser el retorno esperado.

El segundo es el sesgo de reafirmación.  Este permite que las personas se sientan más confiadas cuando alguien mas comenta lo que ellos están pensando; este sesgo es usado por políticos, vendedores de multinivel y una gran cantidad de productos milagrosos.  Adicional, este puede ser potenciado con asociaciones rápidas que parecen, pero no necesariamente son lógicas.

Imaginemos que queremos justificar porque ser vegano es bueno, así que decido comparar el tamaño de un tigre con el de un elefante y afirmo, el elefante es más grande y musculoso que el tigre porque se alimenta de plantas, así que no necesitamos carne para crecer.  Esto parece lógico, pero recordemos que el tigre, el elefante y los humanos tenemos sistemas digestivos diferentes.  El cerebro rápido se dejará llevar por la primera asociación y el lento irá a los detalles para evaluarla. 

Las personas que quieren convencernos con este tipo de argumentos siempre evitaran que pensemos a fondo una idea para que nuestro cerebro lento no ponga en duda sus afirmaciones.   Recordemos también que al cerebro le gusta ahorrar energía (sí, es perezoso) por lo que puede llegar a conformarse con la asociación rápida.  El estado de conformismo (inconsciente) se evidencia en quienes han caído en sectas o son fervientes seguidores de políticos; en este caso las personas dejan de cuestionar las afirmaciones del director de la secta ya que su cerebro se mantiene en la zona de pensar rápido.  Curiosamente, solo para la secta permanecerá en este estado, mientras que su cerebro lento se activará para otro tipo de situaciones.

Lo expuesto anteriormente me lleva a afirmar que en los mercados el cerebro rápido manda la parada.   Son las asociaciones sencillas las que más muevan los precios de las acciones y es por eso por lo que van a subir o caer más allá de su valor fundamental.  En resumen, no se necesitan una gran cantidad de estudios o un coeficiente intelectual alto para evaluar los movimientos de mediano plazo, en realidad lo que se necesita es aprender a reconocer el SENTIMIENTO vigente en el mercado.

Escribir lo anterior es sencillo, pero en la práctica se requiere estar muy bien informado para conocer hacia donde se va a mover la manada.  Identificar el sentimiento no es una tarea fácil y más cuando ese sentimiento parece ser irracional.  En cierta medida el éxito en bolsa es dejarse llevar por lo que la masa está pensando o sintiendo. 

Si combinamos la aversión al riesgo, la reafirmación y asociaciones sencillas se puede identificar oportunidades interesantes de inversión.  Por ejemplo, el rally alcista de las tecnológicas en EE. UU. se ha cimentado en los buenos resultados de estas empresas.  Su resistencia durante la pandemia las muestra como una apuesta segura sin importar sus múltiplos o capitalización bursátil, este es el trade que la masa está siguiendo.

Si aplicamos lo aprendido al mercado accionario colombiano, es probable que para la próxima semana las acciones que más atraigan inversionistas sean las que mostraron buenos resultados trimestrales.  Podemos simplificar el análisis a que, si ya se están abriendo sectores y a estas empresas les fue bien con todo cerrado, son las que mejor les irá en lo que resta del año.  La apuesta parece segura ya que lo peor de la pandemia parece haber pasado (sesgo 1), reafirma el conocimiento colectivo que después de las crisis hay que invertir (sesgo 2) y vamos a asumir que este será el comportamiento independiente de fundamentales más complejos (sesgo 3, para que preocuparnos por indagar)

Con base en lo anterior tendríamos jornadas con movimientos al alza en varias acciones hasta que alguna noticia negativa golpeé la seguridad que siente el mercado.  Ya para cerrar, es importante aclarar que no se deben dejar de lado los fundamentales, pero es igual de importante conocer el sentimiento del mercado, en especial para las tendencias de corto y mediano plazo.   Así que algunas decisiones en bolsa tendrán que ser tomadas con base en lo que quiere el mercado así los fundamentales consideren que en esa acción no hay valor.