Existe una diferencia importante en como las economías emergentes y las desarrolladas han enfrentado la pandemia.  Si bien mantener tasas bajas y líquido el sistema financiero ha sido una prioridad, la volatilidad de la tasa de cambio y la inflación serán clave para el éxito de aquellas economías que han adoptado un shadow QE.

A diferencia de las economías desarrolladas donde la emisión de deuda soberana ha sido absorbida en su mayoría por los bancos centrales, la aproximación para las economías emergentes es una mayor concentración de emisiones en el sistema financiero.  Este es el resultado de curvas de rendimientos empinadas que favorecen el carry trade, flexibilización en términos de provisiones o manejo de cartera y la liquidez que proveen los bancos centrales a las entidades.

Lo anterior quiere decir que los bancos toman la liquidez inyectada por el banco central para comprar deuda soberana de plazos largos.  En el caso de Colombia se pueden financiar a tasas de 1,75% y comprar bonos de 10 o más años a tasas superiores al 5%.  Esta operación les ofrece una rentabilidad interesante con riesgo de crédito bajo.

Pero no todo es positivo, dado que los bancos ven esta operación como rentable y segura, se disminuye el flujo de recursos hacia créditos del sector y real y a su vez expone a los bancos a un mayor impacto en el caso de un incremento en las tasas de interés de largo plazo.  Es en este punto donde la devaluación e inflación toman protagonismo.

Empecemos por la inflación.  Su importancia radica que en que mientras la inflación se mantenga bajo control, el Banco de la República podrá mantener su política monetaria flexible y los bancos obtendrán utilidades del carry trade.  Sin embargo, un alza en el IPC que presione al BanRep a subir las tasas de interés golpearía su portafolios de renta fija disminuyendo su capacidad para irrigar la economía con créditos frescos.

Pensar en una inflación al alza en medio de una coyuntura de debilidad económica es difícil, no obstante, dada la delicada situación del país, una fuerte devaluación se perfila como un detonante para precios más altos y alza en la tasa de interés del Banco de la República.  Según papers del BanRep, cerca del 20% de la devaluación se transfiere a los precios de la economía y si la devaluación es muy fuerte las tasas de interés altas son un mecanismo que puede usar la entidad monetaria para atraer inversiones de portafolio y mitigar la presión sobre la moneda.   Subir tasas para defender el peso colombiano terminaría no solo frenando la actividad económica sino golpeando con más fuerza a los bancos.

Con base en lo anterior es importante que el banco central y la política fiscal estén alineadas para evitar cualquier riesgo que genere una fuerte devaluación de la moneda.  Ya hemos visto el daño que estos procesos han ocasionado en Argentina y Venezuela, que, si bien son casos extremos, el Shadow QE aumentó el potencial destructivo de un alza de tasas de interés para frenar la devaluación.  Así que los inversionistas deben estar atentos a lo que pase con el dólar, parece que la devaluación será el indicador de que algo malo podría pasar, mientras tanto aún existe esperanza en que la lenta recuperación llegue a un final feliz.