Luego de la apertura gradual de la economía colombiana, los indicadores económicos han mostrado leves mejoras abriendo el camino para que se de una lenta recuperación. Sin embargo, la velocidad del regreso a los niveles antes de la pandemia y la solidez de la recuperación estaría ligada al estímulo fiscal y el desempeño de los bancos.
Si en 2008 el concepto de “to big to fail” se hizo popular en Estados Unidos, en Colombia este se lleva al extremo con 3 entidades sumando más del 50% de la cartera de créditos del país. Lo anterior implica que la estabilidad de estas entidades es clave para que el crédito fluya a las empresas, a los consumidores y la economía recupere su dinamismo.
Si bien mencioné que la recuperación económica depende de los bancos, lo paradójico de la situación es que los bancos a su vez dependen de la velocidad de la recuperación. En medio de la pandemia, el mayor riesgo que enfrentan los bancos son las pérdidas ocasionadas por las provisiones de la cartera en mora. Por el momento los bancos no están preocupados por este indicador y la mora desciende a medida que los periodos de gracia han salvaguardado a los deudores. En palabras sencillas, la mora se ha convertido en un periodo de gracia a espera de mejores condiciones para los deudores puedan pagar.
Esta fue una decisión acertada y una medida necesaria para evitar un colapso en la solvencia de los bancos que, de no tomarse, verían como sus activos ponderados por nivel de riesgo aumentaban y su relación de solvencia bajaba a niveles peligrosos. Adicional, el banco de la República hizo muy bien su tarea de proveer liquidez al sistema financiero para que el crédito continuara fluyendo durante la pandemia.
Pese a lo acertado de las medidas, su efectividad de largo plazo depende de la velocidad de la recuperación de la actividad económica; con un pronto regreso al crecimiento, los periodos de gracia no se conviertan en cartera morosa. Lo anterior, desde el lado negativo quiere decir que, si el nivel de empleo no mejora rápidamente, es probable que los banco vean impactadas sus utilidades y su capacidad para irrigar la economía con la fuerza necesaria para sostener la recuperación.
Así que para evitar una segunda caída económica se necesita un motor de crecimiento más allá de colocaciones adicionales de crédito, por lo que una política fiscal de mayor gasto daría más tiempo para esperar mejores condiciones que eviten un nuevo colapso. En cierta medida Colombia tendrá que agotar todos los salvamentos disponibles en los libros de economía a espera que el petróleo suba de precio o encontremos el impulso en nuevos sectores económicos.
Con base en lo anterior se concluye que, si el precio del petróleo no sube con fuerza y la economía continúa funcionando a media marcha, es probable que el gobierno deba aumentar el gasto público para mitigar el impacto de la desaceleración económica en las entidades bancarias. Pero si la política fiscal no es la adecuada y los bancos sufren pérdidas en 2021, es probable que la recuperación falle y nos enfrentemos a un duro 2021.