Cómo respuesta a la desaceleración económica y el fuerte incremento en el desempleo, la entidad monetaria decidió recortar su tasa de referencia a 2.75% en un esfuerzo por reactivar la demanda en la economía.  Sin embargo, la situación aún no se presta para una política agresiva de colocación de crédito por lo que te contaremos qué hace falta para que tengamos créditos baratos para las empresas y el consumidor.

Debido a la caída en la actividad económica, los bancos están enfrentando dos desafíos: la mora en el pago de los créditos y el retiro de recursos de los ahorradores.  Bajo esta coyuntura, la liquidez de las entidades está siendo presionada desde su activo y su pasivo, disminuyendo el disponible para otorgar nuevos créditos y erosionando su utilidad tras un mayor gasto en provisiones.  Es por esta razón que durante la época COVID-19 será clave monitorear la relación de solvencia de las entidades financieras para determinar que tan fuerte ha sido el impacto.

Para lidiar con los problemas de liquidez, las entidades suelen mantener las tasas de los créditos altas, así los ingresos de los que están siendo pagados compensan parte de las pérdidas de los que entraron en mora.  Esto quiere decir que solo cuando el impago se estabilice y muestre señales de disminución, los bancos iniciarán un rápido ajuste en las tasas y aumentarían su intención de colocar nuevos créditos.  En otras palabras, una mejora en la actividad económica, que traiga consigo la reducción de la mora, será clave para tener créditos más baratos.

Pero no todo es negativo.  Gracias al recorte de tasas de interés, los bancos van a experimentar una valorización en su portafolio de inversiones que les dará utilidad y liberará dinero para nuevas colocaciones de crédito.   Es probable que la tesorería vea que esta valoración sea temporal y decida vender sus inversiones para tomar utilidad y destinar los excedentes a colocar nuevos créditos (Los créditos ofrecen una mayor rentabilidad que una inversión en bonos).  Esta venta será más fuerte en el momento en que el Banco de la República de señales que ha llegado el fin de los recortes en la tasa de intervención.

Con lo que hemos mencionado hasta el momento, las entidades financieras tienen espacio para aguantar unos meses de cuarentena antes de tener problemas de solvencia.  Incluso si la situación se agrava, el Banco de la República puede mantener la inyección de liquidez y comprar títulos de deuda para mantener el sistema a flote por más tiempo.   Bajo esta premisa, la reactivación económica debería llegar antes de septiembre, fecha para cuando los efectos sobre el sistema financiero y la economía podrían ser más graves.

Una muestra de que los bancos aún no tiene la liquidez suficiente para colocar créditos baratos es el diferencial entre la DTF y la tasa del Banco de la República.  El BanRep ha recortado su tasa de referencia en los últimos meses, pero la DTF se mantiene por encima del 4%; los bancos deben ofrecer tasas de captación atractivas para mitigar la salida de recursos de los ahorradores.  Dicho lo anterior, la tendencia de la DTF será clave para evaluar la situación de los bancos y el inicio de una nueva ola de créditos de tasa baja.  Una vez la DTF esté cerca de la tasa de referencia del Banco de la República sabremos que los bancos están listos para ofrecer dinero a tasas record.

En resumen, que el BanRep de señales que ya no bajará más su tasa de interés y que la DTF se acerque a la tasa de referencia del Banco de la república serán las señales claves para anticipar una nueva ola de créditos baratos.  ¿Cuándo sucederá?, dependerá de la fecha de reactivación económica y si el daño ocasionado por el cierre de negocios es reparable.  Lo que si me atrevo a afirmar es que una cuarentena hasta septiembre podría ser nefasta para la economía y el sistema financiero.