Cada trimestre las empresas que cotizan en bolsa publican sus resultados financieros y la volatilidad aparece. Es muy probable que en los primeros minutos el precio reaccione a la utilidad neta reportada, pero lentamente tome el rumbo de fundamentales más fuertes. Te contaré qué debes evaluar en cada presentación de resultados para tomar mejores decisiones de inversión.
Es un error enfocarse directamente en métricas como la utilidad neta, el ROE o el ROA sin realizar ajustes claves. La utilidad neta, por ser un resultado contable incluye valores que no son salidas o entradas de efectivo y puede verse afectada por hechos no recurrentes como una venta de activos o el pago de una multa.
Para tener una perspectiva del comportamiento real de la empresa y decidir comprar o vender una acción es recomendable seguir los siguientes pasos:
- Ajustar la utilidad neta excluyendo hechos no recurrentes.
- Ajustar costos, gastos e ingresos del estado de resultados que no son movimientos de efectivo.
- Complementar la tendencia de la utilidad ajustada con un análisis del flujo de caja libre.
- Valorar la empresa con base en alguna metodología de flujo de caja descontado.
Excluir hechos no recurrentes es clave debido a que el inversionista de mediano o largo plazo debe enfocarse en el comportamiento habitual del negocio, evitando emocionarse por aumentos temporales de la utilidad o asustarse con gastos que no volverán en los siguientes periodos. Una valoración objetiva estará basada en las proyecciones de utilidades y flujos recurrentes de por lo menos 5 años.
El siguiente paso es ajustar los movimientos que no son efectivo como gastos o impuestos diferidos, depreciaciones y amortizaciones, entre otros. En el caso de gastos diferidos, cuando éstos se llevan al activo mejoran la utilidad neta al no reportarse en el estado de resultado, sin embargo, una vez deban reportarse disminuirán el resultado neto. Según el valor de los diferidos, una compañía puede incrementar fuertemente su utilidad o pasar a pérdida pese a generar caja durante el periodo.
Una situación similar se da con las depreciaciones y amortizaciones, no son salidas de efectivo que disminuyen la utilidad neta, en especial en empresas manufactureras con un alto valor de activos fijos depreciables. El devolverle a la utilidad el menor valor por estos conceptos te acerca a conocer la generación de caja del periodo, es por esta razón que muchos inversionistas suelen enfocarse en el EBITDA en vez de la utilidad operacional.
Con estos ajustes ya tienes una cifra cercana a la generación de caja de la empresa, ahora debes restarle al resultado el CAPEX, el OPEX y la variación de capital de trabajo; en otras palabras, debes restar las inversiones que la empresa debe hacer para mantener su negocio y hacerlo crecer. Si te deseas acercar al flujo de caja libre de la firma tendrás que sumarle el gasto de intereses ajustado por el escudo fiscal.
Lo que has conseguido hasta este momento es un valor cercano a la caja que la empresa podrá usar para pagar la deuda y repartir dividendos. Esta es la cifra que más nos interesa ya que es el dato de entrada para el modelo de valoración por flujo de caja de la firma, uno de los modelos más usados por los analistas en las firmas comisionistas. En este modelo a mayor generación de efectivo libre mayor valor tendrá la acción independiente de lo que suceda con la utilidad neta.
Así que una vez las empresas reporten sus resultados financieros no vas a tomar una decisión con base en la utilidad neta, sino que vas a buscar la generación de caja recurrente para tener una aproximación más clara de su valor fundamenta y de la tendencia de la acción. Una empresa con pérdida neta puede continuar con tendencia alcista si este resultado negativo es explicado por gastos que no son salida de efectivo y por el contrario su generación de caja muestra una tendencia positiva.