Comúnmente usados para la valoración relativa, permite determinar si una acción está subvalorada o sobrevalorada. También son usados para conocer cuál es el rendimiento implícito de una inversión en acciones.
En la valoración relativa, los múltiplos sirven para comparar una compañía frente a otra o frente a un benchmark. Para la comparación entre compañías, la de múltiplos más altos suele estar más cara, mientras que la de múltiplos más bajos más barata, esta comparación será correcta si las compañías son similares en cuanto a tamaño, ventas, rentabilidad y endeudamiento. El analista deberá hacer los ajustes correspondientes para aumentar las similitudes y que el múltiplo sea comparable.
Para valorar la empresa con respecto a un benchmark, que suele ser un índice del sector, un índice accionario o uno creado por el analista, se toma el múltiplo de la referencia y se determinará qué tan alejado está el de la compañía; si está cerca de la cifra del sector se suele decir que está a una variación justa. Esta comparación puede no resultar muy acertada, ya que las empresas que recogen los índices pueden diferir frente a la que se está analizando.
En cuanto al rendimiento implícito, cada múltiplo tiene un determinante, por ejemplo el PVL es determinado por el ROE, el RPG por la tasa de crecimiento sostenible del dividendo. Conociendo el precio, el múltiplo y su determinante se puede despejar el retorno esperado y establecer qué tan atractiva es la inversión.
El inversionista es el que define que tan atractivo es el retorno que ofrece la inversión, si considera que el retorno es suficiente o incluso más alto de lo esperado, la acción se considera barata y recomendable para comprar. Pero si el retorno es muy bajo, el no comprará la acción al considerarla cara.
En resumen, la práctica de comprar múltiplos frente a otras compañías es bastante aceptada pero no muy acertada, es mejor desglosar el múltiplo y tomar el retorno que ofrece la acción para determinar si se compra o no.